Éste es mi mundo, éste es tu mundo

16.12.2023 19:13

Por Fausto J. Alfonso

 

Universo. Autor: Vicente Daniel Armando. Ilustraciones: V. D. Armando y Patricia Calderón. Diseño: P. Calderón. Foto de solapa: Susana Benenati. Impresión: Ventura. 84 p., Mendoza, 2023.

 

Con un sorprendente perfil bajo, Vicente Daniel Armando ha consolidado a lo largo de muchos años una trayectoria en el campo de la poesía mendocina, que otras tantas voces –más estridentes, excéntricas y petardistas que interesantes y consecuentes- no han logrado. Y es que cada nuevo poemario no solo supone el reencuentro con alguien que respeta tanto a la palabra como al lector, sino además la relación con un artista que abre el juego hacia lo visual, invitando así a participar no siempre (o no solo) desde lo literario.

El hecho que Armando sea también arquitecto y artista plástico tiene que ver sin dudas con lo último señalado. Su cosmovisión apunta a integrar distintos elementos en la búsqueda de una armonía. O de una belleza que sea admirable, pero que al mismo tiempo haga pensar. Su último trabajo (el número 14) corrobora todo lo antedicho y, como si fuera poco, su título apunta a esta cuestión de la completud y lo bello: Universo. Palabra que en sí misma esconde la materia prima de la poesía.

La edición, que sale a la luz por exclusiva obra y gracia del autor, es una suerte de caja que, al desplegarse, conforma un tríptico. En el centro se aloja el poemario propiamente dicho y, a cada lado, desplegables a escala que nos ilustran sobre distancias, proporciones, posiciones y relaciones cósmicas. Tanto uno como otros, en formato apaisado, se desmontan y son el resultado del precioso diseño gráfico de Patricia Calderón. Quien además, y junto al poeta, intervino ilustraciones provenientes de Internet que impactan en la tapa y en las carátulas interiores y que nos hablan del interés del hombre –a lo largo de la historia- por comprender el universo y también por conquistarlo. La paleta de colores es atractiva y apunta a la diversidad de tonos, pero siempre se muestra apacible, delicada.

Las ilustraciones de los desplegables son del propio Armando y, entre otras cosas, sirven para tomar una real dimensión de nuestra pequeñez (y aislamiento) en relación con el Universo todo o con alguna de sus partes, no solo como individuos, sino como planeta Tierra. El calificativo “astronómico” se vuelve evidente en más de un sentido y lo notable de esos cuerpos suspendidos en la nada nos llevan de un misterio (el Universo) al otro (la Poesía).

Ya con el poemario abierto, el lector inicia un viaje de tres tramos: Indicios, En Tierra y Finales. Cada uno de ellos compuestos por una serie de poemas que, según la especialista Marta Elena Castellino, suponen una “meditación cosmogónica y también antropológica”. A su juicio, el trabajo de Armando “nos transmite toda la angustia, pero también la paradojal complacencia ante el espectáculo de un universo que se despliega incesantemente, del ser en el mundo, ese ambular ‘perdidos en el cosmos/buscando el sentido’”.

Armando viene publicando libros desde 1993, la mayoría con Ediciones Bermejo. Debutó con Fruta de luz. Luego siguieron Juegos del sol, Bordes (2° Premio Nacional Enrique Ramponi), Apuntes de viaje y otros poemas, Algunas reflexiones sobre el tema del jazmín, Cuaderno ConCon; Contrastes, en el ombligo del Ande; En el nombre del mar, En el camino (1° Premio Nacional de Poesía), Dos, La Trama, Lilaazulceleste y, agrupados en su volumen 13, los siguientes títulos: La fuerza, La línea, El fondo, El almacén de tiempo, El pasado incierto, El escote, La llave, La puerta, El 27, El Campo, Las niñas.

Universo es una reflexión sobre el tiempo y el espacio, sobre las paradojas y espejismos que por doquier se desprenden de esos conceptos, sobre los adultos que logran y fracasan, los niños que preguntan y –sin querer- responden, sobre la estética del orden (y también la del caos), sobre la historia, los inventos, los avances y retrocesos. La ciencia. La tecnología. Lo analógico y lo digital. Pero por encima de todo esto, sobre versos que nos sugieren una toma de conciencia, a modo de lírica invitación. Y que arrancan con un primer poema llamado Vi y dice así:

“de pronto/ y como si recién despertara/ de un sueño/ vi/ en todo el esplendor de su absurdo/ en todo el absurdo de su esplendor/ que puesto a descifrar el universo/ la sola materia conocida/ es desde su inconmensurabilidad/ propiciatoria de la más creíble incredulidad / incredulidad/ que puede concluir/ en la profunda sensación/ de estar frente/ a una desdichada entelequia/ cuya explicación excede de todas maneras/ la ignorancia/ o la sabiduría/ seres humanos/ detrás de estúpidas quimeras individuales/ de proyectos colectivos sin sentido/ riendo llorando/ yendo viniendo/ sobre la piel de unos días/ nada absoluta/ en la cuenta del tiempo de los astros/ nada de nada/ que asusta/ y paraliza y obliga a repensar/ repensarse.”

Armando propone una mirada, su mirada, del Universo. Que es asombrada y asombrosa, a través de una poesía desprovista de golpes de efecto, giros de moda o caminos intrincados. Como todo buen poeta, revela su mundo, y despabila el ajeno. Su propio universo fluye –cristalizado en un hermoso libro objeto- como el Universo mismo. Sin dar demasiadas explicaciones, simplemente mostrándose como es y despertando el interés en el otro, llámese lector o cosmonauta.