A pensar con Fito

15.03.2024 15:17

Por Fausto J. Alfonso

 

Tras cinco años de su debut en la animación con Juan Viento, Carlos Farina vuelve a ese terreno con otro retrato sensible y muy creativo: Fito. Éste es un señor de apariencia afable, a quien la rutina parece haberlo domado, pero que aún disfruta de su pequeño e íntimo mundo doméstico. Sobre todo, tras una aburrida jornada laboral.

Un día, dispuesto a cenar, su tranquilidad se verá alterada con la llegada a su hogar de una luciérnaga. Lo que parecía una visita inocente (de hecho, en el fondo lo es) termina modificando el previsible pasar de Fito, pero en el peor sentido, convirtiendo lo cotidiano en una pesadilla.

A partir de esta anécdota, Farina se dispone a un juego entre lo consciente y lo inconsciente, entre la realidad y los sueños. Y ensambla esos dos mundos, de modo casi surrealista, para derivar en una reflexión sobre el arrebato y la culpa en un hombre bueno, pero con todo el derecho a fastidiarse.

Algunos pocos planos le alcanzan al director para definir a Fito y su entorno espacial, su casa, los negocios, su barrio (los detalles son muy importantes y la luz juega un papel primordial). Protagonista absoluto, Fito pareciera ser el sobreviviente de un mundo que ha perdido cualquier otro rastro, y rasgo, de humanidad. Sin embargo, la iluminación y los colores escogidos hablan de un espacio posible de recuperar.

Lo verdaderamente angustiante se potencia cuando ingresamos al sueño de Fito. Un universo igualmente deshabitado, de colores potentes, pero que distancian. Una verdadera pesadilla futurista, con una pantalla donde el hombre ve almacenada las imágenes de “su realidad” y un entramado de circuitos que se desmoronan a cada paso del personaje hasta enfrentarlo a su remordimiento, a una especie de síndrome de “el cazador cazado”.

El paisaje de lo inconsciente parece una instalación, condenada a desaparecer de un momento a otro. Y lo interesante es que esa pesadilla propone el tormento y también la solución. La música incidental –potente, pícara o aterradora, según los climas- acompaña muy bien el ida y vuelta entre la vigilia y lo onírico. Farina confió en el mismo equipo que para su primer corto (ver ficha).

Lo importante es que “la moraleja”, por no tener otro modo de llamarla, llega de la mano de lo artístico y de un animador que promueve un dibujo claro, que solo se desdibuja, valga el juego de palabras, lo justo y necesario. Que el autor sea ingeniero en Sistemas no es un dato menor. Su propuesta evidencia el conocimiento de los claroscuros de la tecnología, pros y contras que en la trama de Fito se dejan ver.

Al final del corto (¿quedó claro que vale la pena?) Fito mira por la ventana y se queda pensando. Igual nosotros.

 

Ficha:

Fito (Argentina, 2024, 6’). Guion, dirección, diseño, animación y edición: Carlos Farina. Música original y diseño de sonido: Andrés Grosso, Carlos Del Río y Gabriel Barredo (swingstudio.audio). IAVOI Producciones.